martes, 19 de noviembre de 2019

SITUACIÓN EN EL MUNDO


Los incendios forestales en todo el mundo agudizan la crisis climática

Los bosques arden, el planeta se calienta. En un círculo vicioso, el cambio climático estresa a los bosques sometiéndolos a mayores temperaturas y mayor sequedad, retroalimentando la virulencia y frecuencia de los incendios. El clima cambia y el efecto del fuego sobre los ecosistemas se hace más severo, más incontrolable.
Esto lo hemos visto también en la península ibérica, donde en los últimos años los expertos en extinción nos advierten de una “nueva generación de incendios”, aquellos que tienen la capacidad de cambiar las condiciones climáticas durante el incendio, haciéndolos ingobernables. La impotencia ante estos escenario de fuego ha acuñado también un nuevo concepto: “incendios fuera de la capacidad de extinción”.
Nuestra casa se quema. No solo está más caliente, se quema. Los bosques, que deberían estar actuando como sumideros de carbono y mitigando el cambio climático, están emitiendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Y esto nos aleja todavía más el objetivo del Acuerdo de París de evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de 1,5 ºC.
Desde comienzos del presente año, y hasta el momento en que se escriben estas líneas, se han declarado 83.329 focos de incendio en Brasil, de los cuales 43.421 se han producido en la selva tropical amazónica y 25.253 en el Cerrado, un tipo de bosque subtropical seco y más abierto, de tipo sabana, según informa el Banco de Datos de Queimadas.
Estos incendios, sumados a los que afectan a Venezuela, Bolivia y Colombia (hasta el 25 de agosto con más de 26.000, 18.000 y 14.000 focos respectivamente), han generado un problema global que ha puesto la atención sobre el papel de estas “queimadas” anuales en los cambios de uso del suelo en Brasil. La expansión de la frontera agrícola (para ganadería y cultivo de soja, principalmente) está detrás de estas políticas de tala y quema de los bosques.


São Paulo, 21 de agosto de 2019:

Mapa de calor el fuego
En los últimos meses, los incendios forestales han estado devastando la región amazónica brasileña. El número de focos de incendios registrados en la Amazonía brasileña en 2019 es uno de los más grandes en los últimos años. Entre enero y el pasado 20 de agosto el número de incendios aumentó un 145 % en comparación con el mismo período en 2018.
El número de incendios forestales es mayor en las regiones amazónicas más afectadas por las prácticas de deforestación, ya que los incendios son una de las principales herramientas utilizadas para la misma, incluidos los provocados por los agricultores. Ocho de cada diez de los municipios afectados por incendios también han registrado el mayor número de alertas de deforestación, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE).
Danicley Aguiar, portavoz de Greenpeace Brasil, ha declarado: “Las acciones y políticas del gobierno de Bolsonaro animan a quienes destruyen el Amazonas y permiten que la deforestación continúe. Desde que asumió el cargo, el gobierno actual ha estado desmantelando sistemáticamente la política ambiental de Brasil”.
En los últimos días, el agua de los Rios Voadores, que transporta la humedad del Amazonas al sur y centro-oeste del continente, ha sido reemplazada por humo, que ha afectado a los estados de São Paulo y Paraná.
 Los incendios forestales y el cambio climático operan en un círculo vicioso: a medida que aumenta el número de incendios, también lo hacen las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentando la temperatura general del planeta y la ocurrencia de eventos climáticos extremos, como grandes sequías.
Además de aumentar las emisiones, la deforestación contribuye directamente a un cambio en los patrones de lluvia en la región afectada, extendiendo la duración de la estación seca, afectando aún más los bosques, la biodiversidad, la agricultura y la salud humana.
Los recientes ataques del gobierno brasileño contra el Fondo para la Amazonía han dado como resultado el bloqueo de 288 millones de reales brasileños en donaciones de Noruega y Alemania. Esto tendrá graves consecuencias para la lucha contra la deforestación y los incendios forestales en la Amazonía. A finales de 2018, las acciones de monitoreo y prevención de incendios forestales representaban el 47% del total de la cantidad asignada a proyectos apoyados por el Fondo, por un total de R $ 891 millones. De este total, alrededor del 90% se destinó a proyectos implementados por entidades de la administración pública brasileña (gobiernos federales, estatales y municipales), revelando la importancia estratégica del Fondo para la conservación de la Amazonía.
El problema del uso del fuego es global y la selva amazónica no es la única región del mundo que está ardiendo, como se observa desde el espacio.

Mapa de incendios vía satétite en agosto de 2019


Según imágenes de la NASA, desde el 21 de agosto se han documentado más de 6.902 incendios en Angola y 3.395 incendios en República Democrática del Congo, predominantemente en zonas de sabana.
Al igual que la selva amazónica, la selva tropical de la cuenca del Congo corre el riesgo de ser golpeada nuevamente por incendios incontrolados. Aunque el uso del fuego forma parte del manejo de zonas ya deforestadas, agrícolas y ganaderas, estas quemas podrían afectar a la superficie forestal y al rico bosque tropical de la Cuenca del Congo, donde viven varias especies de primates, nuestros antepasados biológicos más próximos.

Siberia ha vivido también un verano negro. Según datos de mediados del verano pasado, 5,4 millones de hectáreas de bosques boreales estaban ardiendo en esta región. Debido al humo y a la afección de grandes poblaciones, se había declarado situación de emergencia en 4 regiones rusas. Sin embargo, en aquel momento solo se estaba combatiendo el 9% de estos incendios. Las imágenes sobre el efecto del fuego publicadas por Greenpeace Rusia son una muestra de la desididia del gobierno de este país para con sus bosques.


Incendio cerca de la región de Irkutsk,Rusia (agosto 2019)


Situación (verano 2019)
·       Alrededor de 5,4 millones de hectáreas están ardiendo en Siberia, una superficie equivalente a Croacia.
·       Solo se está combatiendo el 9% de estos incendios.
·       El 97% del fuego está en tres regiones: República de Sakha (Yakutia), región de Krasnoyarsk y región de Irkutsk.
·       Se ha declarado el estado de emergencia en 4 regiones rusas. El Ministro de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Federación de Rusia, Dmitry Kobylkin, instruyó a la Agencia Forestal Federal para analizar la relevancia de las zonas de control para evitar el humo de los asentamientos, incluso en los territorios de las regiones adyacentes.
·       Las grandes ciudades aún están cubiertas de neblina tóxica.
·       El humo NO ha salido de Rusia en este momento.
·       200 millones de CO2 ya han sido emitidos a la atmósfera.

Causas

·       Causas de origen:
El 90% de los incendios forestales en Rusia comienzan como resultado de actividades humanas, según las estadísticas oficiales y la propia investigación de Greenpeace. Según las imágenes satelitales, la mayoría de los incendios forestales actuales de Siberia y el Lejano Oriente comenzaron cerca de sitios de tala, a lo largo de carreteras y ríos donde la gente enciende fogatas.
·       Causas que propagan:
En Rusia hay un sistema de zonificación de tierras forestales que tiene una categoría de “Zonas de control”. Esta categoría cubre el 50% de las tierras forestales de Rusia. Los incendios en estas áreas pueden dejarse arder legalmente sin ningún tipo de gestión. Debido a esta legislación, los incendios que comenzaron hace meses como pequeños focos se salieron de control. Esta práctica es totalmente inaceptable, ya que hay ciudades y pueblos en estas zonas, así como la tala activa, por lo que estas no son áreas remotas inaccesibles. La razón principal para decidir no combatir estos incendios es la falta de fondos para la protección de los bosques.
Además,las olas de calor intensificadas por el cambio climático agravan los incendios al favorecer su propagación

¿Por qué es legal que haya incendios y que no se extingan?

Es una excusa para no asignar recursos. El gobierno no asigna lo suficiente, y por eso introdujo esta ley hace un tiempo para que sea legal no combatir incendios. En el pasado, la situación era similar pero no estaba legalizada. Antes estaba ‘bien’ porque a nadie le importaba, pero ahora está claro que la situación está fuera de control y los incendios están aumentando y agregando mucho al cambio climático.
Estos meses pasados no se han combatido los incendios, solo se atendieron el 3% de ellos. Las autoridades rusas habían tomado la decisión de no hacerlo, porque las consecuencias “no superaban los recursos necesarios para luchar contra esos incendios”. En verano se declaró el estado de emergencia y mandaron al ejército ruso.

Impactos

·       Estos incendios son una amenaza no solo para la población rusa sino para la humanidad en general. Estas emisiones son una gran contribución al cambio climático.
·       Los incendios forestales del norte son extremadamente peligrosos para el clima también porque producen el negro de carbón o carbono negro (un componente de hollín) que es transportado por los vientos hacia el Ártico. Reduce el albedo y acelera la fusión de nieve y hielo. El negro del carbón generado es el segundo factor que más contribuye al cambio climático después del CO2.
·       Los incendios forestales contribuyen significativamente al cambio climático al emitir CO2, carbono negro y destruir los bosques que secuestran carbono y mitigan el cambio climático.

Incendios en Indonesia

En Indonesia, y mientras el Gobierno se resiste a cumplir sus promesas a la comunidad internacional para detener la deforestación, entre enero y junio de 2019 los incendios en Kalimantan aumentaron un 52% en comparación con 2018. Además, durante el pasado mes de julio, Kalimantan central y occidental se encontraron nuevamente entre las provincias con el mayor número de focos de incendios. Esto subraya la urgencia de que el gobierno cumpla con el fallo reciente de un alto tribunal de este país, en el que se declara que el gobierno no hizo lo suficiente durante los terribles incendios que asolaron la parte central y oeste de la isla de Kalimantan en 2015.



Son cada vez más frecuentes los incendios devastadores como los ocurridos en Grecia, California (EEUU), Portugal o los que se vivieron en España el octubre de 2017. Cada vez hay más episodios de incendios forestales de altísima gravedad con desalojos masivos, pérdidas de bienes, personas fallecidas y miles de hectáreas calcinadas. Estos incendios son la punta del iceberg de la situación de nuestros bosques.
En el verano de 2019 seguía ardiendo California. A 30 de julio, 38.000 personas evacuadas, 5 personas muertas, casi 42.000 hectáreas, más de 4.000 infraestructuras amenazadas, 1340 estructuras destruidas (viviendas, comercios, etc) e inumerables accesos cortados. Otra emergencia social ocasionada por el llamado Carr, un incendio devastador, que tan sólo está controlado en un 23%.
Son ejemplos de incendios dramáticos que pasan a la historia más reciente. Megaincendios en países con recursos, con grandes dotaciones para la extinción y que, sin embargo, arden durante días, destruyendo inmensas superficies con terribles pérdidas humanas, ambientales y económicas.

Los datos confirman la tendencia

Tras dramas como el reciente vivido en Grecia, es importante estudiar qué ha pasado, el origen del problema, la raíz de estos incendios de alta intensidad, incendios que no son como antes. Una nueva era de incendios que nos dice que sólo la extinción no es la solución y que supone cada vez más un problema de emergencia. Por eso, es realmente es sorprendente que Luis Planas, nuevo ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación afirme que no es cierta la percepción de que cada cada vez haya más incendios y sean más grandes. Sin embargo, deberíamos fijarnos en los propios datos del ministerio: en España en 2017 los 56 grandes incendios forestales fueron responsables de la destrucción de casi el 55% de las hectáreas quemadas.
Los incendios han cambiado y es la tendencia que ya estamos viendo. Una nueva era de incendios en una época de grandes infraestructuras y tecnología. ¿Qué está pasando?

Causas que originan los incendios y causas que los propagan

Para hablar de causas de los incendios es importante diferenciar las causas que originan el incendio y las que lo propagan. Cuando hay incendios de alta intensidad se habla la causa que lo originó, fundamental para determinar si son causas naturales (rayo), accidentales o negligencias y poder prevenirlas. De forma sistemática se olvidan las causas que propagan el fuego que serán las que determine que se convierta en un incendio de alta capacidad de destrucción.
Para que el fuego se propague necesitará combustible (es decir, alimento: vegetación seca), condiciones meteorológicas que lo favorezcan (temperaturas altas, humedad relativa baja y fuertes vientos) y dependerá de la topografía del terreno.
Es fundamental, actuar en ambas causas: las de origen y propagación en ambos riesgos. De otra manera, independientemente de cómo se haya originado, habrá un incendio difícil de controlar. Por ejemplo, el origen del incendio activo en California ha sido un fallo mecánico de un vehículo. ¿Pero por qué no consiguen apagar el incendio?
De forma “tradicional” se tiene en cuenta la extinción del incendio, sin tener en cuenta el riesgo de la propagación. No podemos actuar en la meteorología ni en la topografía, pero sí en la cantidad de vegetación que se ha ido acumulando y que ha modificado un paisaje sin gestionar, en el que además se insertan cada vez más viviendas.
Éxodo rural, abandono del aprovechamiento de recursos forestales, las políticas de supresión del fuego y la eficacia en la extinción de incendios, son las causas que han transformado el paisaje con una acumulación de vegetación, además desecada por las olas de calor, es decir: un paisaje inflamable y susceptible de vivir incendios muy peligrosos. Y en este polvorín, se insertan además viviendas (interfaz urbano forestal). Ya tenemos la receta de la emergencia social.
Entender ese cambio es fundamental para poder hacer una correcta gestión de los bosques tanto en prevención como en extinción, sobre todo en las regiones del bioma mediterráneo, donde los veranos son cálidos y secos.
Viendo el mapa del bioma mediterráneo y los últimos incendios vemos claramente la vulnerabilidad de estas regiones.

Fuente: Mediterranean Type Ecosystems. CSIC
Y no sólo en zonas de clima mediterráneo. Los grandes incendios amenazas países norteños que viven con estupor un nuevo problema ambiental. El calentamiento global hace que los bosques estén más secos y vulnerables a los incendios.

En España no se cumple la Ley

Esta vulnerabilidad en España queda recogida en nuestra propia legislación. La Ley de Montes especifica las zonas de alto riesgo de incendio forestal (denominadas ZAR) y los planes preventivos en esas zonas. Por otro lado, la Directriz básica de planificación de protección civil de emergencia por incendios forestales, obliga a las zonas ZAR a planes de emergencia y autoprotección.
Según el último informe de Greenpeace Protege el bosque, protege tu casa: en prevención sólo cinco comunidades tienen planes, pero son escasos y no se asegura implementación, el 80% de los municipios en zonas de riesgo no tienen planes de emergencia y los planes de autoprotección son testimoniales.

Los grandes incendios forestales se han convertido en un problema ambiental y de emergencia social.
El paisaje ha evolucionado debido al éxodo del medio rural, al abandono de los cultivos y a la falta de aprovechamiento de recursos forestales. Además, sufre las consecuencias del cambio climático. Lejos del paisaje bucólico, tenemos paisaje inflamable, susceptible de arder. Un auténtico polvorín en el que además se incrementan las viviendas en el monte,(lo que denominamos la interfaz urbano forestal.)
En el orden de prioridades de defensa frente al fuego, primero van las personas, luego los bienes (infraestructuras y casas vacías) y finalmente el medio ambiente. Si la planificación urbanística no tiene en cuenta el riesgo de incendios forestales, tiene como consecuencia más peligro para la población y en más superficie calcinada.
La Ley de Montes obliga por un lado a los municipios en zonas de alto riesgo de incendio a tener un plan preventivo. Por otro lado, la Directriz Básica de Protección Civil que obliga a los municipios en zonas de riesgo que tengan un plan de emergencias y además, obliga a los personas propietarias de las viviendas en zonas de riesgo a que tengan planes de autoprotección. Pero, ¿se cumple esta normativa? En esta entrada destacamos 10 puntos del informe de Greenpeace “Protege el bosque, protege tu casa”.
1.      El 80% de los municipios españoles en zonas de alto riesgo de incendios no tiene planes de emergencia.
2.      Las comunidades más avanzadas son Islas Canarias, Cataluña y Comunidad Valenciana, pero les queda mucho por hacer.
3.      Las Comunidades Autónomas de Asturias, Galicia, Cantabria y País Vasco y las provincias de León y Zamora sufren el 51,57% del total anual de los incendios. Sin embargo, sus planificaciones destacan por ser deficientes o muy deficientes.
4.      La extinción exitosa no resuelve el problema. En 2017, el 63% de los incendios producidos quedaron en menos de una hectáŕea afectada. Sin embargo, sólo los 56 grandes incendios fueron responsables de la destrucción de casi el 55% de las hectáreas quemadas.
5.      La población que vive en el medio natural no tiene percepción del riesgo y no conoce sus deberes y responsabilidades en materia de prevención y autoprotección de sus bienes. Es fundamental relacionarnos de otra forma conseguir comunidades organizadas y adaptadas que asuman el riesgo de incendio para prevenirlo y mitigarlo.
6.      Actualmente lo que se considera un paisaje bucólico es un paisaje inflamable que requiere de actuaciones que eviten la continuidad de la vegetación desecada, y por tanto alimento para incendios de alta intensidad.
7.      La gestión urbanística no ha tenido ni tiene en cuenta el riesgo de incendio forestal, encontrándose urbanizaciones, viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo que son indefendibles.
8.      Se prioriza salvar casas e infraestructuras por encima del bosque, incluso cuando estos los propietarios de estos bienes no se han responsabilizado de elaborar planes de autoprotección.
9.      Los servicios operativos no son infinitos ni omnipresentes y los incendios de alta intensidad suponen riesgos y peligros añadidos.
10.  La lucha contra los incendios forestales es una responsabilidad compartida entre los poderes públicos y la sociedad civil.
Resultado de imagen de triangulo de comportamiento del fuego greenpeace

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