Los incendios forestales en todo el mundo
agudizan la crisis climática
Los bosques arden, el planeta se calienta. En
un círculo vicioso, el cambio climático estresa a los bosques sometiéndolos a
mayores temperaturas y mayor sequedad, retroalimentando la virulencia y
frecuencia de los incendios. El clima cambia y el efecto del fuego sobre los
ecosistemas se hace más severo, más incontrolable.
Esto lo hemos visto también en la península
ibérica, donde en los últimos años los expertos en extinción nos advierten de
una “nueva generación de incendios”, aquellos que tienen la capacidad de
cambiar las condiciones climáticas durante el incendio, haciéndolos
ingobernables. La impotencia ante estos escenario de fuego ha acuñado también
un nuevo concepto: “incendios fuera de la capacidad de extinción”.
Nuestra casa se quema. No solo está más
caliente, se quema. Los bosques, que deberían estar actuando como sumideros de
carbono y mitigando el cambio climático, están emitiendo grandes cantidades de gases
de efecto invernadero. Y esto nos aleja todavía más el objetivo del Acuerdo
de París de evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de 1,5 ºC.
Desde comienzos del presente año, y hasta el
momento en que se escriben estas líneas, se han declarado 83.329 focos de
incendio en Brasil, de los cuales 43.421 se han producido en la selva
tropical amazónica y 25.253 en el Cerrado, un tipo de bosque subtropical seco y
más abierto, de tipo sabana, según informa el Banco de Datos de Queimadas.
Estos incendios, sumados a los que afectan a
Venezuela, Bolivia y Colombia (hasta el 25 de agosto con más de 26.000, 18.000
y 14.000 focos respectivamente), han generado un problema global que ha
puesto la atención sobre el papel de estas “queimadas” anuales en los cambios
de uso del suelo en Brasil. La expansión de la frontera agrícola (para
ganadería y cultivo de soja, principalmente) está detrás de estas políticas de
tala y quema de los bosques.
São Paulo, 21 de agosto de 2019:
Mapa de calor el fuego
En los últimos meses, los incendios forestales
han estado devastando la región amazónica brasileña. El número de focos de
incendios registrados en la Amazonía brasileña en 2019 es uno de los más
grandes en los últimos años. Entre enero y el pasado 20 de agosto el número de
incendios aumentó un 145 % en comparación con el mismo período en 2018.
El número de incendios forestales es mayor en
las regiones amazónicas más afectadas por las prácticas de deforestación,
ya que los incendios son una de las principales herramientas utilizadas para la
misma, incluidos los provocados por los agricultores. Ocho de cada diez de los
municipios afectados por incendios también han registrado el mayor número de
alertas de deforestación, según datos del Instituto Nacional de Investigación
Espacial (INPE).
Danicley Aguiar, portavoz de Greenpeace
Brasil, ha declarado: “Las acciones y políticas del gobierno de Bolsonaro
animan a quienes destruyen el Amazonas y permiten que la deforestación
continúe. Desde que asumió el cargo, el gobierno actual ha estado desmantelando
sistemáticamente la política ambiental de Brasil”.
En los últimos días, el agua de los Rios
Voadores, que transporta la humedad del Amazonas al sur y centro-oeste del
continente, ha sido reemplazada por humo, que ha afectado a los estados de São
Paulo y Paraná.
Los
incendios forestales y el cambio climático operan en un círculo vicioso:
a medida que aumenta el número de incendios, también lo hacen las emisiones de
gases de efecto invernadero, aumentando la temperatura general del planeta y la
ocurrencia de eventos climáticos extremos, como grandes sequías.
Además de aumentar las emisiones, la
deforestación contribuye directamente a un cambio en los patrones de lluvia en
la región afectada, extendiendo la duración de la estación seca,
afectando aún más los bosques, la biodiversidad, la agricultura y la salud
humana.
Los recientes ataques del gobierno brasileño
contra el Fondo para la Amazonía han dado como resultado el bloqueo de 288
millones de reales brasileños en donaciones de Noruega y Alemania. Esto
tendrá graves consecuencias para la lucha contra la deforestación y los
incendios forestales en la Amazonía. A finales de 2018, las acciones de
monitoreo y prevención de incendios forestales representaban el 47% del total
de la cantidad asignada a proyectos apoyados por el Fondo, por un total de R $
891 millones. De este total, alrededor del 90% se destinó a proyectos
implementados por entidades de la administración pública brasileña (gobiernos
federales, estatales y municipales), revelando la importancia estratégica del
Fondo para la conservación de la Amazonía.
El problema del uso del fuego es global y la
selva amazónica no es la única región del mundo que está ardiendo, como se
observa desde el espacio.
Mapa de incendios vía satétite en agosto de
2019
Según imágenes de la NASA, desde el 21 de
agosto se han documentado más de 6.902 incendios en Angola y 3.395 incendios
en República Democrática del Congo, predominantemente en zonas de sabana.
Al igual que la selva amazónica, la selva
tropical de la cuenca del Congo corre el riesgo de ser golpeada nuevamente por
incendios incontrolados. Aunque el uso del fuego forma parte del manejo de
zonas ya deforestadas, agrícolas y ganaderas, estas quemas podrían afectar a la
superficie forestal y al rico bosque tropical de la Cuenca del Congo, donde
viven varias especies de primates, nuestros antepasados biológicos más próximos.
Siberia ha vivido también un verano negro.
Según datos de mediados del verano pasado, 5,4 millones de hectáreas de
bosques boreales estaban ardiendo en esta región. Debido al humo y a la
afección de grandes poblaciones, se había declarado situación de emergencia en
4 regiones rusas. Sin embargo, en aquel momento solo se estaba combatiendo el
9% de estos incendios. Las imágenes sobre el efecto del fuego publicadas por
Greenpeace Rusia son una muestra de la desididia del gobierno de este país para
con sus bosques.
Incendio cerca de la región de Irkutsk,Rusia
(agosto 2019)
Situación (verano 2019)
·
Alrededor de 5,4 millones de
hectáreas están ardiendo en Siberia, una superficie equivalente a Croacia.
·
Solo se está combatiendo el 9% de
estos incendios.
·
El 97% del fuego está en tres
regiones: República de Sakha (Yakutia), región de Krasnoyarsk y región de
Irkutsk.
·
Se ha declarado el estado de
emergencia en 4 regiones rusas. El Ministro de Recursos Naturales y Medio
Ambiente de la Federación de Rusia, Dmitry Kobylkin, instruyó a la Agencia
Forestal Federal para analizar la relevancia de las zonas de control para
evitar el humo de los asentamientos, incluso en los territorios de las regiones
adyacentes.
·
Las grandes ciudades aún están
cubiertas de neblina tóxica.
·
El humo NO ha salido de Rusia en
este momento.
·
200 millones de CO2 ya han sido
emitidos a la atmósfera.
Causas
· Causas de origen:
El 90% de los incendios forestales en Rusia
comienzan como resultado de actividades humanas, según las estadísticas
oficiales y la propia investigación de Greenpeace. Según las imágenes
satelitales, la mayoría de los incendios forestales actuales de Siberia y el
Lejano Oriente comenzaron cerca de sitios de tala, a lo largo de carreteras y
ríos donde la gente enciende fogatas.
· Causas que propagan:
En Rusia hay un sistema de zonificación de
tierras forestales que tiene una categoría de “Zonas de control”. Esta
categoría cubre el 50% de las tierras forestales de Rusia. Los incendios en
estas áreas pueden dejarse arder legalmente sin ningún tipo de gestión. Debido
a esta legislación, los incendios que comenzaron hace meses como pequeños focos
se salieron de control. Esta práctica es totalmente inaceptable, ya que hay
ciudades y pueblos en estas zonas, así como la tala activa, por lo que estas no
son áreas remotas inaccesibles. La razón principal para decidir no combatir
estos incendios es la falta de fondos para la protección de los bosques.
Además,las olas de calor intensificadas por el
cambio climático agravan los incendios al favorecer su propagación
¿Por qué es legal que haya incendios y
que no se extingan?
Es una excusa para no asignar recursos.
El gobierno no asigna lo suficiente, y por eso introdujo esta ley hace un
tiempo para que sea legal no combatir incendios. En el pasado, la situación era
similar pero no estaba legalizada. Antes estaba ‘bien’ porque a nadie le
importaba, pero ahora está claro que la situación está fuera de control y los
incendios están aumentando y agregando mucho al cambio climático.
Estos meses pasados no se han combatido los
incendios, solo se atendieron el 3% de ellos. Las autoridades rusas habían
tomado la decisión de no hacerlo, porque las consecuencias “no superaban los
recursos necesarios para luchar contra esos incendios”. En verano se declaró el
estado de emergencia y mandaron al ejército ruso.
Impactos
·
Estos incendios son una amenaza
no solo para la población rusa sino para la humanidad en general. Estas
emisiones son una gran contribución al cambio climático.
·
Los incendios forestales del norte
son extremadamente peligrosos para el clima también porque producen el
negro de carbón o carbono negro (un componente de hollín) que es transportado
por los vientos hacia el Ártico. Reduce el albedo y acelera la fusión de nieve
y hielo. El negro del carbón generado es el segundo factor que más contribuye
al cambio climático después del CO2.
·
Los incendios forestales
contribuyen significativamente al cambio climático al emitir CO2,
carbono negro y destruir los bosques que secuestran carbono y mitigan el cambio
climático.
Incendios en Indonesia
En Indonesia, y mientras el Gobierno se
resiste a cumplir sus promesas a la comunidad internacional para detener la
deforestación, entre enero y junio de 2019 los incendios en Kalimantan aumentaron
un 52% en comparación con 2018. Además, durante el pasado mes de julio,
Kalimantan central y occidental se encontraron nuevamente entre las provincias
con el mayor número de focos de incendios. Esto subraya la urgencia de que el
gobierno cumpla con el fallo reciente de un alto tribunal de este país, en el
que se declara que el gobierno no hizo lo suficiente durante los terribles
incendios que asolaron la parte central y oeste de la isla de Kalimantan en
2015.
Son cada vez más frecuentes los incendios
devastadores como los ocurridos en Grecia, California
(EEUU), Portugal o los que se vivieron en España el octubre de 2017. Cada vez
hay más episodios de incendios forestales de altísima gravedad con desalojos
masivos, pérdidas de bienes, personas fallecidas y miles de hectáreas
calcinadas. Estos incendios son la punta del iceberg de la situación de
nuestros bosques.
En el verano de 2019 seguía ardiendo
California. A 30 de julio, 38.000 personas evacuadas, 5 personas muertas, casi
42.000 hectáreas, más de 4.000 infraestructuras amenazadas, 1340 estructuras
destruidas (viviendas, comercios, etc) e inumerables accesos cortados. Otra
emergencia social ocasionada por el llamado Carr, un incendio devastador, que
tan sólo está controlado en un 23%.
Son ejemplos de incendios dramáticos que pasan
a la historia más reciente. Megaincendios en países con recursos, con
grandes dotaciones para la extinción y que, sin embargo, arden durante días,
destruyendo inmensas superficies con terribles pérdidas humanas, ambientales
y económicas.
Los datos confirman la tendencia
Tras dramas como el reciente vivido en Grecia,
es importante estudiar qué ha pasado, el origen del problema, la raíz de estos
incendios de alta intensidad, incendios que no son como antes. Una nueva era
de incendios que nos dice que sólo la extinción no es la solución y que
supone cada vez más un problema de emergencia. Por eso, es realmente es
sorprendente que Luis Planas, nuevo ministro de Agricultura, Pesca y
Alimentación afirme que no es cierta la percepción de que cada cada vez haya
más incendios y sean más grandes. Sin embargo, deberíamos fijarnos en los
propios datos del ministerio: en España en 2017 los 56 grandes incendios
forestales fueron responsables de la destrucción de casi el 55% de las
hectáreas quemadas.
Los incendios han cambiado y es la tendencia
que ya estamos viendo. Una nueva era de incendios en una época de grandes
infraestructuras y tecnología. ¿Qué está pasando?
Causas que originan los incendios y
causas que los propagan
Para hablar de causas de los incendios es
importante diferenciar las causas que originan el incendio y las que lo
propagan. Cuando hay incendios de alta intensidad se habla la causa que lo
originó, fundamental para determinar si son causas naturales (rayo),
accidentales o negligencias y poder prevenirlas. De forma sistemática se
olvidan las causas que propagan el fuego que serán las que determine que se
convierta en un incendio de alta capacidad de destrucción.
Para que el fuego se propague necesitará combustible
(es decir, alimento: vegetación seca), condiciones meteorológicas que lo
favorezcan (temperaturas altas, humedad relativa baja y fuertes vientos) y dependerá
de la topografía del terreno.
Es fundamental, actuar en ambas causas: las de
origen y propagación en ambos riesgos. De otra manera, independientemente de
cómo se haya originado, habrá un incendio difícil de controlar. Por ejemplo, el
origen del incendio activo en California ha sido un fallo mecánico de un
vehículo. ¿Pero por qué no consiguen apagar el incendio?
De forma “tradicional” se tiene en cuenta la
extinción del incendio, sin tener en cuenta el riesgo de la propagación. No
podemos actuar en la meteorología ni en la topografía, pero sí en la cantidad
de vegetación que se ha ido acumulando y que ha modificado un paisaje sin
gestionar, en el que además se insertan cada vez más viviendas.
Éxodo rural, abandono del aprovechamiento
de recursos forestales, las políticas de supresión del fuego y la eficacia en
la extinción de incendios, son las causas que han transformado
el paisaje con una acumulación de vegetación, además desecada por las olas de
calor, es decir: un paisaje inflamable y susceptible de vivir incendios muy
peligrosos. Y en este polvorín, se insertan además viviendas (interfaz urbano
forestal). Ya tenemos la receta de la emergencia social.
Entender ese cambio es fundamental para poder
hacer una correcta gestión de los bosques tanto en prevención como en
extinción, sobre todo en las regiones del bioma mediterráneo, donde los veranos
son cálidos y secos.
Viendo el mapa del bioma mediterráneo y los
últimos incendios vemos claramente la vulnerabilidad de estas regiones.
Fuente: Mediterranean Type Ecosystems. CSIC
Y no sólo en zonas de clima mediterráneo. Los
grandes incendios amenazas países norteños que viven con estupor un nuevo
problema ambiental. El calentamiento global hace que los bosques estén más
secos y vulnerables a los incendios.
En España no se cumple la Ley
Esta vulnerabilidad en España queda recogida
en nuestra propia legislación. La Ley de Montes especifica las zonas de alto
riesgo de incendio forestal (denominadas ZAR) y los planes preventivos en esas
zonas. Por otro lado, la Directriz básica de planificación de protección civil
de emergencia por incendios forestales, obliga a las zonas ZAR a planes de
emergencia y autoprotección.
Según el último informe de Greenpeace Protege
el bosque, protege tu casa: en prevención sólo cinco comunidades tienen
planes, pero son escasos y no se asegura implementación, el 80% de los
municipios en zonas de riesgo no tienen planes de emergencia y los planes de
autoprotección son testimoniales.
Los grandes incendios forestales se han
convertido en un problema ambiental y de emergencia social.
El paisaje ha evolucionado debido al éxodo del medio rural, al abandono de los cultivos y a la
falta de aprovechamiento de recursos forestales. Además, sufre las
consecuencias del cambio climático. Lejos del paisaje bucólico, tenemos paisaje
inflamable, susceptible de arder. Un auténtico polvorín en el que además se
incrementan las viviendas en el monte,(lo que denominamos la interfaz urbano
forestal.)
En el orden de prioridades de defensa frente
al fuego, primero van las personas, luego los bienes (infraestructuras y casas
vacías) y finalmente el medio ambiente. Si la planificación urbanística no
tiene en cuenta el riesgo de incendios forestales, tiene como consecuencia más
peligro para la población y en más superficie calcinada.
La Ley de Montes obliga por un lado a
los municipios en zonas de alto riesgo de incendio a tener un plan preventivo.
Por otro lado, la Directriz Básica de Protección Civil que obliga a los
municipios en zonas de riesgo que tengan un plan de emergencias y además, obliga
a los personas propietarias de las viviendas en zonas de riesgo a que tengan
planes de autoprotección. Pero, ¿se cumple esta normativa? En esta entrada
destacamos 10 puntos del informe de Greenpeace “Protege el bosque, protege
tu casa”.
1.
El 80% de los municipios españoles
en zonas de alto riesgo de incendios no tiene planes de emergencia.
2.
Las comunidades más avanzadas son
Islas Canarias, Cataluña y Comunidad Valenciana, pero les queda mucho por
hacer.
3.
Las Comunidades Autónomas de
Asturias, Galicia, Cantabria y País Vasco y las provincias de León y Zamora
sufren el 51,57% del total anual de los incendios. Sin embargo, sus
planificaciones destacan por ser deficientes o muy deficientes.
4.
La extinción exitosa no resuelve
el problema. En 2017, el 63% de los incendios producidos quedaron en menos de
una hectáŕea afectada. Sin embargo, sólo los 56 grandes incendios fueron
responsables de la destrucción de casi el 55% de las hectáreas quemadas.
5.
La población que vive en el medio
natural no tiene percepción del riesgo y no conoce sus deberes y
responsabilidades en materia de prevención y autoprotección de sus bienes. Es
fundamental relacionarnos de otra forma conseguir comunidades organizadas y
adaptadas que asuman el riesgo de incendio para prevenirlo y mitigarlo.
6.
Actualmente lo que se considera un
paisaje bucólico es un paisaje inflamable que requiere de actuaciones que
eviten la continuidad de la vegetación desecada, y por tanto alimento para
incendios de alta intensidad.
7.
La gestión urbanística no ha
tenido ni tiene en cuenta el riesgo de incendio forestal, encontrándose
urbanizaciones, viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo que son
indefendibles.
8.
Se prioriza salvar casas e
infraestructuras por encima del bosque, incluso cuando estos los propietarios
de estos bienes no se han responsabilizado de elaborar planes de
autoprotección.
9.
Los servicios operativos no son
infinitos ni omnipresentes y los incendios de alta intensidad suponen riesgos y
peligros añadidos.
10. La lucha contra los incendios forestales es una responsabilidad
compartida entre los poderes públicos y la sociedad civil.
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