España es uno de los países de la Unión
Europea más afectados por los incendios forestales, un problema que amenaza con
intensificarse debido a los efectos del cambio climático.
El problema
El fuego es un elemento natural que necesita
nuestro ecosistema para la regeneración de bosques y montes, pues aporta
estrategias rebrotadoras y de germinación tras su paso. Sin embargo, ha dejado
de ser una perturbación natural que modela el paisaje para convertirse en una
terrible amenaza que en más de un 96% de los incendios de causa conocida en
España está ocasionada por el ser humano.
La
extinción no resuelve el problema, hay que invertir en prevención. En 2017 el
63% de los incendios producidos quedaron en menos de una hectárea afectada. La
extinción de los incendios es exitosa, sin embargo cada vez hay más grandes
incendios forestales (GIF), que calcinan áreas superiores a 500 hectáreas. Son
incendios de altísima gravedad, con personas fallecidas, desalojos masivos,
pérdidas de bienes y miles de hectáreas calcinadas. En menos incendios se
queman más hectáreas. Los 56 grandes incendios forestales de 2017 fueron
responsables de la destrucción de casi el 55% de las hectáreas quemadas ese
año.
Es fundamental actuar tanto en las causas que
originan los incendios como en las que los propagan. De otra manera,
independientemente de cómo se haya originado, habrá un incendio difícil de
controlar.
Estos
incendios son la punta del iceberg de la situación de nuestros bosques y del
cambio climático. Son el resultado de un cóctel de causas:
·
Cambio climático. Las olas de calor hacen que el monte tenga estrés hídrico y sea más
vulnerable a los incendios. El resultado es un paisaje seco, continuado e
inflamable. Un incendio en este paisaje, al al tener vegetación continuada,
será rápido y devastador.
· Aumento de la vegetación
continuada, fruto del éxodo del medio rural, de
cultivos, aprovechamientos forestales, de políticas de supresión del fuego,
abandono de pastoreo, etc.
· Viviendas en el monte (interfaz urbano forestal). La gestión urbanística no ha tenido ni
tiene en cuenta el riesgo de incendio forestal, encontrándose urbanizaciones,
viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo que son indefendibles y
que no están preparadas para prevenir y mitigar los impactos de los incendios
forestales. La población que vive en el medio natural no tiene percepción del
riesgo y no conoce sus deberes y responsabilidades en materia de prevención y
autoprotección de sus bienes. Se prioriza salvar casas vacías e
infraestructuras por encima del bosque, incluso cuando los propietarios de
estos bienes no se han elaborado planes de autoprotección.
Además de España, otros países de clima
mediterráneo como Portugal, Grecia, el sur de Francia o Italia también los
sufren especialmente. A pesar de que es un problema de primer orden no
existe una política forestal europea.
La solución
La
problemática de los incendios forestales es compleja, por lo que las soluciones
deben apuntar en diferentes direcciones. Hay que afrontar las causas para
prevenir las consecuencias:
De cara
a reducir la siniestralidad es fundamental que la población tome conciencia
del riesgo, extreme las precauciones y se busquen alternativas al uso del
fuego. A su vez, hay que hacer un mayor esfuerzo en la persecución de
las personas que queman el monte.
De cara a abordar las causas que propagan el
incendio es imprescindible mejorar la gestión forestal y los planes
preventivos.
Una de las actuaciones más efectivas que
propone GreenPeace es modificar el paisaje que circunda las zonas forestales
donde se insertan viviendas para dotarlo de condiciones menos propicias a la
propagación virulenta de un fuego forestal, siempre teniendo en cuenta el
funcionamiento de los ecosistemas y la necesidad de respetar la diversidad
estructural del bosque. Resulta fundamental desarrollar modelos selvícolas (es
decir, de gestión de las masas forestales) que tengan en cuenta el cambio
climático y que, además de imitar al máximo el funcionamiento de la naturaleza,
favorezcan la diversidad genética y reduzcan la densidad de arbolado. Solo de
esta manera nos aseguraremos poder disponer de un entorno forestal sano,
resistente no solo a los incendios sino a otras amenazas como plagas o
enfermedades.
La planificación urbanística tiene que
tener en cuenta el riesgo de incendio, de manera que se limiten cierto tipo de
urbanizaciones que son muy vulnerables al fuego y que suponen un riesgo para la
población y nuestros bosques.
Además, las administraciones tienen que
establecer campañas de extinción de incendios que no estén ligadas a la
época estival. De ese modo se evitarían las decisiones de última hora
promovidas por una meteorología impredecible y se fomentaría la estabilidad
laboral en el sector forestal, evitando que las contrataciones se centren solo
en los meses de mayor riesgo de incendio. Los servicios operativos no son
infinitos ni omnipresentes y los incendios de alta intensidad suponen riesgos y
peligros añadidos.
También deberíamos trabajar para promover un
cambio de mentalidad de manera que la población perciba el riesgo, asuma su
responsabilidad y se organice para prevenir y mitigar los incendios.
¿Qué hemos aprendido de los diez
incendios forestales más devastadores del siglo?
En estas fechas suele lanzarse la campaña de
extinción de incendios forestales. A pesar de que las estaciones están casi
difuminadas, y de que la AEMET confirma que el verano ha durado más de lo
normal, las campañas de extinción se siguen centrando en el periodo estival de
siempre.
El último comunicado del Ministerio del
Interior habla de grandes dotaciones en la lucha contra el fuego para esta
campaña. Parece que vamos a la guerra. Y, si bien es cierto que los grandes
incendios forestales suponen un problema ambiental que se ha convertido en un
problema de seguridad nacional con desalojos, miles hectáreas calcinadas y
hasta personas fallecidas, lo cierto es que solo con tecnología no se va a
resolver el problema. Existe una demanda, la de que los operativos de
extinción, que piden tener unas condiciones laborales dignas propias de un
colectivo que cada vez se enfrenta a mayores y más peligrosos retos. En
Castilla la Mancha, 70 profesionales han rechazado el contrato que les ofrecían
por su precariedad.
Los grandes incendios forestales son un tema
complejo, que abarca distintas líneas de actuación que van más allá de más
aviones y drones. Con el objetivo de hablar de las mismas, Greenpeace ha
analizado los diez incendios más dramáticos del siglo XXI:
1.
Cortes de Pallás (Valencia). En
junio de 2012 se quemaron 30.691 hectáreas.
2.
Minas del Riotinto (Huelva). En
julio de 2004 se quemaron 29.867 hectáreas.
3.
Andilla (Valencia). En junio de
2012 se quemaron 22.518 hectáreas.
4.
Tejeda (Las Palmas). En julio de
2007 se quemaron 19.191 hectáreas.
5.
Los Realejos (Tenerife). En julio
de 2007 se quemaron 18.096 hectáreas.
6.
Valencia de Alcántara (Cáceres).
En agosto de 2003 se quemaron 13.693 hectáreas.
7.
Riba de Saelices (Guadalajara). En
julio de 2005 se quemaron 12.887 hectáreas.
8.
Castrocontrigo (León). En agosto
de 2012 se quemaron 11.768 hectáreas.
9.
Agallas (Salamanca). En agosto de
2003 se quemaron 11.479 hectáreas.
10. La Jonquera (Girona). En julio de 2012 se quemaron 10.467 hectáreas.
¿Cuál era la meteorología durante los
días que ocurrieron esos incendios?
Los diez incendios ocurrieron en situaciones
meteorológicas extremas. El cambio climático no explica el origen de los
incendios, pero explica las causas de su propagación. Se trata de montes
vulnerables a las olas de calor y sequías, en los que además se insertan
viviendas (interfaz urbano-forestal). Por eso es necesario ampliar la campaña a
todo el año.
¿Existen planes preventivos y de
emergencia local en los municipios donde empezaron los incendios?
Ninguno de los 10 municipios tienen planes
preventivos y de emergencia local implementados. Solo
Los Realejos (Tenerife) y la Jonquera (Girona) tienen planes homologados
pendiente de implementación. Es fundamental el diseño y su puesta en marcha
para cumplir la normativa de planificación que proteja a la población y a las
personas en la interfaz urbano forestal.
¿Se conocen las causas que originaron
el incendio? ¿Ha habido consecuencia? ¿Ha habido respuesta penal?
En seis de los incendios no ha habido
sentencia al delito de incendio forestal. Hay dos sentencias firmes: la absolutoria del incendio de Minas de Riotinto y una condenatoria en
el incendio de Tejeda. El incendio de Riba Saelices está en proceso de
resolución. En algunos no se llegó a conocer a las personas responsables o no
había pruebas suficientes. Es fundamental seguir aumentando el conocimiento de
causas y la respuesta penal. El más grave, el de Corte de Pallás, sigue
paralizado por falta de medios que viene reclamando el juzgado número 3 de
Requena (Valencia).
¿Esos municipios sufrieron incendios
antes y después de estos incendios históricos?
Los incendios tienen memoria, porque donde
hubo fuego, se homogeneiza el paisaje y tiene más facilidad para propagar el
incendio. Los municipios sufrieron más incendios antes
o después del incendio histórico. Teniendo en cuenta que el 80% de los
municipios en zonas ZAR (Zonas Alto Riesgo) no cuentan con planes de emergencia
local es recomendable que se priorice en aquellos con incendios más
recurrentes.
La lectura de estos grandes incendios
forestales da pistas de cuáles podrían ser las líneas de actuación para
enfrentarse a incendios de alta intensidad. Hay que establecer una política
de prevención en esta nueva era de incendios forestales, abordando las
causas que originan los incendios y las que los propagan. No se puede seguir
con un modelo obsoleto. Ha habido avances en la investigación de causas, la
persecución del delito o la reciente actuación de la Fiscalía de Medio
Ambiente, en la que insta a los municipios a cumplir la planificación. Pero
queda mucho por hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario